Ni Tiempo, Ni Experiencia
El Siete Muertos traqueo los huesos de las manos, apago la luz y todo quedo en profunda oscuridad. En esta ala del edificio se escuchan desde las pisadas de las botas de cuero y vinilo de los guardias, hasta la tos, el murmullo o las carcajadas de los reclusos; todo en un profundo eco. Yo podía escuchar hasta cuando los ojos de mis compañeros, abiertos de par en par, se movían de un lado a otro.
El Siete Muertos rompe este silencio con una pregunta – ¿Diablo, y como te “levantaste esa hembrita”?-
Mmmm… - ¿Como carajos fue que la conquiste, me pregunte? – Creo que no tuve que hacer nada… Creo -
- ¿Fue amor a primera vista?- Pregunta La Marrana.
- Ja, ja, ja! – Se escucho lejos mi carcajada y una luz de linterna me irradio la cara – ¡No!, Por su puesto que no. Cuando la vi por primera vez, me pareció un mamarracho –
- ¡Ven se los dije, la “vieja” era gorda y fea! – interrumpe El Zarco y todos se echan a reír. La linterna vuelve a centellear mi cara y se queda por unos segundos, retando mis pupilas. – la mama le mandaba hacer la ropa. Por lo general vestía unos conjuntos algo infantiles, calzaba unos horribles botines de cuero negro, el cabello sujetado por colas y unas gafas enormes. Era muy tímida, siempre pasaba con la cabeza gacha y no respondía a ningún contacto visual. Yo le apode la “nerda” y molestaba a un vecino, que si era el típico “nerdo”, con ella. Le decía que podía ser su novia, ya que harían buena pareja. Sin entender la dimensión de las cosas el me devolvía la injuria, argumentando exactamente lo mismo.
- Y el mundo que da vueltas, termino dándole la razón al Nerdo, acabo siendo la novia del Diablo, je, je. Charol Camacho y El Diablo son novios, Charol Camacho y el Diablo son novios…- Se mofaba El Zarco.
- Bueno, con el tiempo nos hicimos amigos, y empecé a descubrir lo que los demás no veían, lo que los demás pasaban por alto, por fijarse solo en su ropa, en su calzado o en sus gafas. Me gustaba pasar las tardes en las gradas que me llevaban a su apartamento, mirándole las piernas; morenas, consistentes, sanas, voluminosas; convertirse en esas dos nalgas redondas. -
- ¿Y como eran las tetas? – Interrumpía La Marrana.
- A decir verdad, no eran tan voluminosas como sus extremidades. Pero de vez encunado salía a su puerta en pijama y podía notar sus púberos senos contonearse con libertad al ritmo de la conversación. Al diablo la ropa, ¡yo la quería desnuda! Completamente desnuda. -
- ¿y nunca la pudiste tener así? –
- no hubo ni tiempo, ni experiencia para hacerlo, era un trabajo arduo hacerla entrar en éxtasis, me debía ingeniar mil formas de besar. Cuando por fin lo conseguía nos íbamos a su cuarto a rozarnos y cada vez que estaba sobre ella, moviéndome al ritmo de sus ganas, algo nos hacia liquidar el momento. -
- ¿Y saltar por la ventana? - Pregunto el Siete Muertos.
Y saltar por la ventana, ¿no es así Zarco? – El estaba ya profundamente dormido, su mente olvidaba que al otro lado de los barrotes, lo acechaban las ratas
El Siete Muertos traqueo los huesos de las manos, apago la luz y todo quedo en profunda oscuridad. En esta ala del edificio se escuchan desde las pisadas de las botas de cuero y vinilo de los guardias, hasta la tos, el murmullo o las carcajadas de los reclusos; todo en un profundo eco. Yo podía escuchar hasta cuando los ojos de mis compañeros, abiertos de par en par, se movían de un lado a otro.
El Siete Muertos rompe este silencio con una pregunta – ¿Diablo, y como te “levantaste esa hembrita”?-
Mmmm… - ¿Como carajos fue que la conquiste, me pregunte? – Creo que no tuve que hacer nada… Creo -
- ¿Fue amor a primera vista?- Pregunta La Marrana.
- Ja, ja, ja! – Se escucho lejos mi carcajada y una luz de linterna me irradio la cara – ¡No!, Por su puesto que no. Cuando la vi por primera vez, me pareció un mamarracho –
- ¡Ven se los dije, la “vieja” era gorda y fea! – interrumpe El Zarco y todos se echan a reír. La linterna vuelve a centellear mi cara y se queda por unos segundos, retando mis pupilas. – la mama le mandaba hacer la ropa. Por lo general vestía unos conjuntos algo infantiles, calzaba unos horribles botines de cuero negro, el cabello sujetado por colas y unas gafas enormes. Era muy tímida, siempre pasaba con la cabeza gacha y no respondía a ningún contacto visual. Yo le apode la “nerda” y molestaba a un vecino, que si era el típico “nerdo”, con ella. Le decía que podía ser su novia, ya que harían buena pareja. Sin entender la dimensión de las cosas el me devolvía la injuria, argumentando exactamente lo mismo.
- Y el mundo que da vueltas, termino dándole la razón al Nerdo, acabo siendo la novia del Diablo, je, je. Charol Camacho y El Diablo son novios, Charol Camacho y el Diablo son novios…- Se mofaba El Zarco.
- Bueno, con el tiempo nos hicimos amigos, y empecé a descubrir lo que los demás no veían, lo que los demás pasaban por alto, por fijarse solo en su ropa, en su calzado o en sus gafas. Me gustaba pasar las tardes en las gradas que me llevaban a su apartamento, mirándole las piernas; morenas, consistentes, sanas, voluminosas; convertirse en esas dos nalgas redondas. -
- ¿Y como eran las tetas? – Interrumpía La Marrana.
- A decir verdad, no eran tan voluminosas como sus extremidades. Pero de vez encunado salía a su puerta en pijama y podía notar sus púberos senos contonearse con libertad al ritmo de la conversación. Al diablo la ropa, ¡yo la quería desnuda! Completamente desnuda. -
- ¿y nunca la pudiste tener así? –
- no hubo ni tiempo, ni experiencia para hacerlo, era un trabajo arduo hacerla entrar en éxtasis, me debía ingeniar mil formas de besar. Cuando por fin lo conseguía nos íbamos a su cuarto a rozarnos y cada vez que estaba sobre ella, moviéndome al ritmo de sus ganas, algo nos hacia liquidar el momento. -
- ¿Y saltar por la ventana? - Pregunto el Siete Muertos.
Y saltar por la ventana, ¿no es así Zarco? – El estaba ya profundamente dormido, su mente olvidaba que al otro lado de los barrotes, lo acechaban las ratas
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