Advertencia

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Los Amores Secretos de Diablo es la historia de un hombre que decide narrar con detalle, sus romances, para complacer la avidez de fantasías de un grupo de presos peligrosos.

Las acciones relatadas en este escrito son ficción y los personajes como sus nombres son imaginarios. Se advierte que cualquier parecido con su realidad o la del autor, es solo coincidencia.

El argumento de la obra es mutable ya que se esta escribiendo, y corrigiendo sobre la marcha, por esa razón periódicamente se publicará un episodio nuevo.

El interés de escribir y publicar este cuento no es más que el de narrar una historia con libertad. Este escrito no tiene ningún fin educativo, ni de formación espiritual, o de superación personal; esto me da la libertad de tratar el tema a mí entera discreción.

El lenguaje utilizado es alegórico al utilizado por el vulgo de la ciudad de Santiago de Cali (Colombia), por eso tanto su jerga como el acento, se emplea de manera generosa.

Los errores de ortografía, redacción y estilo en las entradas antiguas pueden ser corregidos a discreción del autor... Algunas imágenes adjuntas pueden ser sensibles a determinado tipo de lector, pero el único objeto es recrear o ambientar el tema de la historia

Este cuento no lo he concebido como relato erótico, ni como pornografía

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30 enero 2008

Capitulo II, Episodio 6

El Amor Platonico del Diablo

¡Era mi amor platónico, oh que mujer! No había hembra madura en el mundo que me hiciera despertar tanta curiosidad como ella. Con más de treinta encima, tres embarazos, muchos matrimonios fallidos y algunos amantes (ya comprometidos), ella aun se mantenía fresca como una verdura. Sus nalgas pequeñas, sus tetas puntiagudas, su cara de modelo de portada de revista, su sonrisa coqueta, su guiño con picardía, hacían que no apartara mis ojos de ella al verla transitar. Era tanto lo que me gustaba que esperaba su regresar del trabajo para ponerme en posición desde un edificio vecino; y así verla cambiarse de ropa: acostumbraba a entrar a su habitación y con las cortinas abiertas y sin ningún tipo de recato, se despojaba de su traje de oficinista. Desabotonaba su blusa de manga larga que colgaba en el gancho de ropa, quizá evitando ajarla y usarla en otra ocasión; modelaba uno de sus múltiples sostenes finos de sutiles colores pastel, mientras se la ocurría bajar el cierre trasero de su falda corta, justo a tres dedos de la rodilla.

Siempre llevaba ropa interior diminuta, como llamamos aquí en Cali “tanguitas brasileras,” que marcaban sus nalgas y sus caderas de manera excepcional. Luego se daba vuelta para desabrochar el sostén, pero con ligereza, se cubría con una camiseta ombliguera, evitando así que algún mirón lograra ver un poco mas de lo habitual. Si el clima estaba a mi favor, podía verla pasearse en esa facha por todo su apartamento. Que delicia observarla cocinar o mirarla deambular por el lavadero; o mejor aun, danzando sugestivamente con el trapeador o con la escoba.

De lunes a viernes, y si no llegaba su amante de turno, podía contemplarla y fantasear con tocarla alguna vez. Mientras me mordía los labios y ejercitaba mi visión me preguntaba: ¿Será que ella sabe que la observo?… ¿Como diablos no se da cuenta si desde la entrada a su apartamento podia ver mi cara como una bandera o una señal de transito?

- Yo creo que si – Me interrumpía El Zarco - Yo muchas veces jugaba a las bolas con su hijo y la “guindiaba” Yo creo que ella lo hacia porque le gustaba que la “morbosiaran” o tal vez quería que yo me la “comiera”. -

- No seas absurdo, si en ese entonces no eras más que un cagón. Ni los “guevos” te habían bajado. ¡Que iba a pensar en vos, como un hombre! -

Como siempre él intentando hacerle creer a todo el mundo que su mundo imaginario era el real. ¡Mitómano! Ninguno de nosotros estaba cerca de alcanzarla. Se necesitaba mucho más que ojos y una cara bonita para disfrutar de sus atributos.

- Como sea, solo quería contarte que antes de quedarme dormido me acorde de ella - Le hable en tono enérgico al Zarco.

El Zarco detestaba que no le creyeran sus fantasías, podía pasarse todo el día haciendo mala cara y con pésima actitud. Burlándose y desmeritando a todo el mundo, si alguno de nosotros no soportaba más su arrogancia y su pedantería.

- Están hablando de otra de tus amantes… eso no vale. Voy a traer el lápiz y la lista, esperáte ahí no te movás. Eso debe quedar registrado - Me hablo El Siete Muertos.

- No perdás el tiempo, Le grite, ni muchos menos te alejés del grupo. Que ella por mas que quise no esta en mi supuesta lista. Más bien apuntásela al Zarco. – Irónicamente – que a lo mejor el si se la “comió”-

- Pues de haberlo querido lo hubiera hecho, no existe una mujer que me haya dicho a mi, que ¡No! Escuchen bien: No ha nacido la mujer que le haya dicho que no a…

- ¡Calláte!, que estas llamando la atención de todo el mundo, sigue con tu maldita vanidad y de seguro un día de estos no podremos defenderte - Interrumpio La Marrana.