Advertencia

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Los Amores Secretos de Diablo es la historia de un hombre que decide narrar con detalle, sus romances, para complacer la avidez de fantasías de un grupo de presos peligrosos.

Las acciones relatadas en este escrito son ficción y los personajes como sus nombres son imaginarios. Se advierte que cualquier parecido con su realidad o la del autor, es solo coincidencia.

El argumento de la obra es mutable ya que se esta escribiendo, y corrigiendo sobre la marcha, por esa razón periódicamente se publicará un episodio nuevo.

El interés de escribir y publicar este cuento no es más que el de narrar una historia con libertad. Este escrito no tiene ningún fin educativo, ni de formación espiritual, o de superación personal; esto me da la libertad de tratar el tema a mí entera discreción.

El lenguaje utilizado es alegórico al utilizado por el vulgo de la ciudad de Santiago de Cali (Colombia), por eso tanto su jerga como el acento, se emplea de manera generosa.

Los errores de ortografía, redacción y estilo en las entradas antiguas pueden ser corregidos a discreción del autor... Algunas imágenes adjuntas pueden ser sensibles a determinado tipo de lector, pero el único objeto es recrear o ambientar el tema de la historia

Este cuento no lo he concebido como relato erótico, ni como pornografía

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04 septiembre 2007

Capitulo I, Episodio 3


¿Y Que es Tener Sexo?

Era cierto que Carol Camacho vivía en el mismo bloque de apartamentos que el Zarco y yo, por esa razón ambos la conocíamos y teníamos muchos amigos en común, mas no con el Siete Muertos y la Marrana.

Ella era aquella tierna jovencita, que no escapaba aun de su adolescencia, que después de hacer sus tareas escolares salía al balcón de su apartamento a ver las personas pasar mientras conversaba de cualquier cosa con su madre. Fue la candidez propia de las pueblerinas del eje cafetero colombiano y el apocamiento innato que padecía lo que la mantenía poco frecuentada y mucho menos cortejada. Y fue en la lejanía de su mirador donde la vi por vez primera.

- Pero si están en busca de una historia erótica con la joven Camacho, déjenme decirles que con ella no paso nada, no hubo mas que un par de besos, pues estábamos muy jóvenes como para tener esa clase de encuentros.

- ¿Fue ella tu primer novia? Me pregunta el Siete Muertos.

- ¡No, en realidad no!- Conteste con ligereza.

Pero, en realidad fue ella la persona con la que me di el primer beso de amor. El primer beso realmente excitante, en el sentido amplio de la palabra.

- Pero nada simpática la fulana - Comenta el Zarco.

Así era en realidad, sus facciones no eran las más bellamente delicadas del barrio, ni tan siquiera de la manzana. No era tampoco la mejor vestida, pues de la jardinera escolar pasaba súbitamente a aquellos vestidos enterizos monocromáticos encendidos seleccionados por su madre y confeccionados por la vecina. Si alguna vez sentí verdaderas ganas de desvestirle fue porque presentía que debajo de esos trapos y libre de aquellos asfixiantes botines negros había una virginal venus.

- Tenia una belleza oculta - 

- Que oculta y que pan caliente, hasta se parecía al papa.

Es lógico que uno deba parecerse a sus padres, pues es de ellos de quien uno hereda el código genético que mas tarde dicta nuestras características. Pero uno debería poder elegir parecerse a la madre o al padre según le convenga.

- Solo un poco - La defendí.

En un principio, el ADN de padre y madre se entremezclan al azar, como en un juego de balotas, para después empezar el gran sorteo; de modo que, uno podría tener la mayoría o al menos la mitad de los genes de lado paterno y lado materno. La suerte de Carol había, caprichosamente, querido que se pareciera a su padre, y eran estos dos tan parecidos que solía burlarnos de su suerte. Entonces, ella tomaba un mechón de su cabello y lo ponía arriba de sus labios a manera de bigote, para así yo decirle “Buenas tardes, Señor Camacho”

- Poco o mucho, igual era fea -

-¡Pero no puedes negar que tenía un cuerpazo!- Exclamé, tratando de darle méritos.

- Era gorda - Me contradecía el Zarco.

- Gorda ¡No! Mientras estuvimos vacilando ella se veía muy atractiva - 

En realidad no era gorda, aunque tiempo después si gano unas cuantas libras hasta completar la tonelada, pero en ese momento de nuestra historia tenia muy buen físico. En consecuencia, yo vivía enfermo por sus piernas largas, voluminosas, y bien torneadas; por esas caderas fuertes y amplias donde ajustaban sus monumentales muslos, y ese par de nalgas macizas y redondeadas. Tal vez fueron esas cosas las que me empujaron a tratar de conquistarla.

- Ademas,  el físico no es lo único que hay que valorar en una mujer...-

-¡Sexo! ¡Sexo! Aquí solo vamos a hablar de sexo – Interrumpe la Marrana – Nada de amorcito corazón, ternurita, nunca me olvides, eres especial… Esos son temas de niñas, así que sea claro, se la comió o no se la comió?

Fue entonces cuando enmudecí por un largo rato al tratar de recordar si lo experimentado con ella fue sexo o no lo fue.

Y finalmente ¿Que es tener sexo? ¿Tener sexo se limita al coito pendular o también lo podría ser aquella tímida masturbación mutua? ¿Podría ser un apasionado beso francés o el insistente roce de los genitales por encima de la ropa? ¿y por que no una empalagosa llamada telefónica, un pornográfico telegrama, o un actualizado sexo virtual? ¿Qué tal todos los anteriores actos juntos en pro de un solo orgasmo? Quien sabe, pero para estos cretinos tener sexo debe ser solo, y tan, solo el coito; a lo mejor hacia ese dato en particular iba dirigida la pregunta.

- No, no hubo sexo- Finalmente respondí.

- Pero eso depende de algunas cosas – Interviene el Siete muertos.

Y comienzo yo a presentir su maliciosa intención.

- ¿Depende de que? – Pregunta la Marrana.

- Depende de lo que signifique tener sexo para el diablo… Pudieron tener solo sexo oral, una manoseadita, una empelotada… en fin

Esta aclaración les causo mucha gracia, y soltaron a reír. Mientras tanto yo aproveche el momento de euforia apartarme lentamente de esa reunión, esperando evadir la pregunta que vendría.

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