Advertencia

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Los Amores Secretos de Diablo es la historia de un hombre que decide narrar con detalle, sus romances, para complacer la avidez de fantasías de un grupo de presos peligrosos.

Las acciones relatadas en este escrito son ficción y los personajes como sus nombres son imaginarios. Se advierte que cualquier parecido con su realidad o la del autor, es solo coincidencia.

El argumento de la obra es mutable ya que se esta escribiendo, y corrigiendo sobre la marcha, por esa razón periódicamente se publicará un episodio nuevo.

El interés de escribir y publicar este cuento no es más que el de narrar una historia con libertad. Este escrito no tiene ningún fin educativo, ni de formación espiritual, o de superación personal; esto me da la libertad de tratar el tema a mí entera discreción.

El lenguaje utilizado es alegórico al utilizado por el vulgo de la ciudad de Santiago de Cali (Colombia), por eso tanto su jerga como el acento, se emplea de manera generosa.

Los errores de ortografía, redacción y estilo en las entradas antiguas pueden ser corregidos a discreción del autor... Algunas imágenes adjuntas pueden ser sensibles a determinado tipo de lector, pero el único objeto es recrear o ambientar el tema de la historia

Este cuento no lo he concebido como relato erótico, ni como pornografía

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26 agosto 2007

Capitulo I

El Hombre Tiene Dos Orgasmos

- Siempre he pensado que no es de caballeros sentarse a hablar sobre las amantes y los momentos que con ellas se compartieron, yo tengo mi motivo y se lo voy a explicar. Desde siempre se ha vulnerado la honra de aquellas mujeres por causa de nuestra vanidad, no bastaba con haberlas tenido en la cama, también era necesario divulgar el como, el donde, el por qué y el cuando. Ya decía mi padre con cierta picardia “El hombre tiene dos orgasmos, el primero es cuando lo hace y el segundo es cuando se lo cuenta a los amigos” -


Esta fue mi tajante intervención en una conversación que había iniciado uno de mis compañeros de patio.

- Aquí no hay caballeros, Diablito - 

El Zarco rió con malicia 

- Aquí lo único que hay son presos –

El dejo escapar otra sonrisa maliciosa y volvió su azul mirada al vacio. Mientras tanto, el Siete Muertos dio la vuelta y dirigiéndose a mí, exclamó.

-Diablito, Puede que no sea correcto hablar de las fulanas con las que tuvimos sexo, pero esta es una forma muy practica de marcar territorio y no terminar pisandonos las mangueras entre nosotros.

Volvió a reír el Zarco

- Eso que dices es verdad. A cuantas viejas no les caí solo porque sabía que este man Señalándome - les estabas echando los perros. Yo recuerdo los casos de algunas de esas fulanas; el de Lucia, Amparo, Cristina, la India Ochoa...

Entonces lo interrumpió el Siete Muertos. – ¿Tuviste sexo con Cristina y con la India? Mucho perro! No habías contado nada de eso – Mientras golpeaba mi hombro derecho y me sonreía con picardía.

- Caballeros, yo en realidad no tenia por que pedirles permiso para que una de estas señoritas realizara mis deseos. Además, yo sigo creyendo que si ellas se sintieron cómodas conmigo, fue porque de alguna manera confiaron en mi prudencia. Ciertamente, nada que hubiese pasado en esa habitación se iba a comentar en la calle – Les replique un poco incomodo por la indiscreción del Zarco.

Uniéndose a esta conversación, la Marrana agregó:

-Yo se que el Diablo tuvo amores con “Carolina, Lucia, Jimena, Yolanda, Janie. Mmm... No recuerdo más - Enumeraba mientras apuntaba con los ojos hacia el pensadero.

Y fue en ese momento de la conversación cuando empecé a presentir que mi vida sexual era mucho mas publica de lo que yo suponía. Que poco o nada sirvió todo mi esfuerzo por ser cuidadoso en mis cortejos y en mis conquistas, si al fin y al cabo alguien me había puesto en descubierto. Solo faltaba que quienes me habían atrapado con las manos en la masa se reunieran para atar cabos y así ponerme en evidencia.

-¿Como así? - Llevándose la mano al mentón, el Siete Muertos, exclamó - ¿Cual Carolina, acaso aquella que fue la novia platónica e inalcanzable de la Marrana? -

- Si, la misma que este gordo trató de llevarse a la cama infructuosamente – contestó el Zarco

Ya tentado por la malicia de la conversación y con un as bajo la manga deje a un lado mi convicción y actué de la misma forma vulgar.

– Infructuosamente, no! El si se la comió! - Asegure.

El Zarco y el Siete Muertos se echaron a reír, mientras la Marrana hacia pucheros con los labios y batía su gorda cabeza, negando mi aseveración. Ese golpe bajo no sirvió para otra cosa, más que para llevar la conversación, que ya era demasiado impúdica, a un nivel superior de indiscreción. 

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